por David G. Miño

The First Omen (Arkasha Stevenson, 2024)

Críticas breves | FECHA DE PUBLICACIÓN: octubre 21, 2024
Póster

El mal ha tomado muchas formas a lo largo de la historia del cine. Y siempre hemos podido pensar en él como una forma de preguntarnos acerca del mundo. The First Omen no crea un nuevo mito, pero reinventa con mucha clase y una iconografía aplastante ese mal que acecha.

Unas pinceladas: Ovidio en Las metamorfosis (y antes que él, Hesíodo) escribió su versión del mito de Medusa. En su poema, fue violada por Neptuno y luego «castigada» por Minerva convirtiendo su pelo en serpientes. El comentario acerca del mal en ese texto se entiende solo.

En su película, Arkasha Stevenson propone una precuela de la célebre The Omendel 76, y lo hace reimaginando a Medusa y colocando este mito en un contexto teológico y sociocultural muy agudo. De nuevo, su comentario sobre el mal levanta astillas en todas direcciones.

Es una película atmosférica, densa, llena de momentos icónicos, malvados. Su imaginario fílmico es rico en recursos: iluminaciones poderosas, iconografía bien integrada, sonido pertinente, interpretaciones más que solventes. Posee referencias sutiles e inteligentes.

En la línea del homenaje, lo que más salta a la vista (y aquí no mencionaré el respeto que muestra por The Omen) es cómo se mira en referentes serios, intimidantes. Cómo coge, por ejemplo, Possession y hermana a Nell Tiger Free con Isabelle Adjani. Dos mujeres abandonadas.

Pero si destaca en lo formal, esquivando las balas del sobrehomenaje con clase y proponiendo un cuerpo de estilo de lo más sugerente, no lo hace menos en su apartado subtextual. Su comentario sobre la emancipación femenina es perspicaz, y en ningún momento canibaliza el relato. También sabe integrar en su trasfondo unos hermosos apuntes sobre la sororidad y la búsqueda de apoyos honestos. Y todo ello con un buen gusto y un sentido de la narrativa de lo más atemperados.

Es un cine atemorizante, que destaca por su forma y también por su fondo. The First Omen, como decía, no crea un nuevo mito. Pero su aproximación a los que le preceden es bella y es audaz. Y además propone una estilización que se siente fiera y a la vez sutil. Llama mal al mal. Y eso es algo que no muchas películas son capaces de hacer.

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