Lake Mungo (Joel Anderson, 2008)
El terror puede tener mucho que ver con el dolor, con la pérdida. Con explorar mediante sus herramientas los efectos devastadores de sentirse partido por la mitad cuando el mundo parece aplastarlo todo. Y está lejos de ser perfecta, pero Lake Mungo va por ahí. Unas pinceladas: es una película que incluiríamos dentro de eso llamado «falso documental». Está narrada como si fuera verdad, con entrevistas, bustos, imágenes de «archivo», declaraciones, insertos, rótulos. En este sentido, se siente fuerte. Se queda pegada a la nuca. En esta línea, podríamos decir que es indisociable de su forma. Si no tuviera esta hechura de falso documental sería el filme más convencional jamás rodado. Pero afortunadamente ninguna obra puede ser aislada de su construcción. Su director, Joel Anderson, juega bien sus cartas. Porque…