Considerando las inquietudes de Koreeda sobre la familia y cómo se relaciona con la sociedad a un nivel macro y micro, y que puede que en Broker haya bajado un poco el nivel, con Monster vuelve a anotarse una obra mayúscula en la que da una lección de cine desde la imagen, desde el sonido y desde la dirección de actores. En la que sabe exactamente cómo se entiende el punto de vista y lo lleva a sus últimas consecuencias.
Pese a lo que he leído por ahí, no tiene absolutamente nada de tramposa, todo lo contrario, es una proeza narrativa que se comunica con nosotros del mismo modo que lo hace el enfoque parcial que tenemos de la realidad. Pese a todas las heridas que inflige y la mirada inmisericorde con la que observa lo institucional, lo personal y la brecha niño-adulto, quizá sea su película más luminosa, la que mejor entiende el zeitgeist s. XXI y la que más lejos llega a la hora de tratar temas delicados sin temblores de mano.