Quizá sea tarde para hablar de My Sassy Girl, porque los tiempos han hecho cambios en nuestras percepciones y nos han invitado a fijarnos en aspectos que antes nos parecían irrelevantes. Y cuando se apunta en la dirección correcta, así es como debe ser.
Ahora bien, su chispa tiene más que ver con el camino que arma con los minutos, por muy cándida (y tóxica) que resulte a la hora de pensar el amor y las relaciones. Tan abiertamente absurda reflexionando sobre el destino y lo casual/causal que no queda más remedio que abrazar sus tonterías sin perder de vista que es un cine que nace mucho desde el objetivo y no tanto desde la imagen. Está llena de sinsentidos y de torpezas, pero construye algo muy bello que, pese a todo, se va formando en el interior de su tono.