Vamos con una serie de ideas acerca del nuevo filme de Emerald Fennell, Saltburn, que llega tras arrasar con Promising Young Woman. No hay spoilers mayores, pero sí comentarios más o menos específicos.
1. Bien la estética, tampoco tan formidable como se comenta. Muchos tics de modernidad vacía, aunque posee alguna idea potente, sobre todo en lo tocante a la fotografía y ciertas ideas de composición.
2. Su guion es su tormento. Pretende pasar por más inteligente de lo que realmente es: probablemente ningún espectador se sorprenda de la deriva que toma en su último tercio. Sus soluciones finales de montaje explicativo son incluso exasperantes.
3. Barry Keoghan correcto, en un papel muy similar al que ya interpretó en The Killing of a Sacred Deer. El del chaval siniestro que lo mismo juega a parecer inocente que peligroso. Se lo juega todo al físico, poca transformación. Jacob Elordi está más firme.
4. Sus conceptos tienden a ser obvios, casi pueriles. Lo de «vampirizar», lo de los ricos unidimensionales… Además, la seriedad que a veces parece querer imprimir choca con la intención satírica de algunos personajes. Al final, todo queda en un verdadero lío de tono.
5. Hablando de personajes, existe una muy problemática situación de mala economía narrativa. Los roles de Mulligan o Mitchell parecen existir solo para engañar, o para desviar. No hay una intención clara acerca de qué hacer con ellos y cómo relacionarlos con el filme en sí.
6. Logra una atmósfera fuerte, sobre todo antes de desinflarse en su último cuarto. Hay algo malsano muy conseguido que hace que podamos ver en Fennell una posible y futura buena marca autoral.
7. No hay una mirada clara sobre el privilegio. Pretende usar el estereotipo rico-pobre en particular, pero le queda reduccionista. Pretende dicotomizar en general, pero le queda simplista. Demasiado seria para ser sátira, demasiado sarcástica para ser reflexiva.
8. No es provocativa, por más que lo intenta. Tampoco lo era en Promising Young Woman, por más que lo intentó. Al final, su discurso y su método son casi inocuos, aun teniendo en cuenta sus momentos de clara intención controversial (la bañera, el cementerio).
9. Emerald Fennell no es una mala directora. Quizá le falte encontrar una voz más clara y desarrollar sus guiones con algo más de sutileza. Y librarse de las ganas de ser transgresora. Quizá en ese momento lo sea.