por David G. Miño

Challengers (Luca Guadagnino, 2024)

Críticas breves | FECHA DE PUBLICACIÓN: noviembre 12, 2024
Póster

Con respecto a Challengers, dos cosas: 

1. La película vive en la música de Trent Reznor y Atticus Ross.
2. La sonrisa de Josh O’Connor es un personaje más con una narrativa propia.

A partir de estos dos elementos, Guadagnino crea una especie de mito extraño.

Esta música, abierta y frontalmente extradiegética, desvergonzadamente artificial y brutalmente superpuesta a las imágenes, es de una valentía y un ingenio descomunales. No solo indica el sentido, sino que construye caminos nuevos dentro de las ideas que plantea el filme. De nada servirían todos esos juegos de cámara, esos planos imposibles, esos giros suicidas sobre el eje, esas conversaciones sin escorzo, de no ser porque están agarradas a un elemento superior que las une. Probablemente, una de las bandas sonoras más audaces en tiempo.

Hay un triángulo amoroso, vale. Hay connotaciones homoeróticas muy estimulantes y un juego sexual vibrante, sin duda alguna. Zendaya se sale. Mike Faist también. Pero es que Josh O’Connor convierte lo prosaico en un desafío, lleva al paroxismo la provocación. Esto es dirección de actores de máximo nivel. Una construcción de todo un corpus simbólico apoyado en el tenis que da pie a que esa sonrisa que es un personaje salga cuando la película la requiere. Que incita, crea, poetiza incluso, en el momento oportuno.

(Voy a meter aquí en el medio, entre paréntesis, los defectos que tiene, porque no importan mucho: su ritmo es desigual, el montaje invertido es convencional, la fotografía sabe a poco).

En realidad, esto va de todo menos de tenis. Hay raquetazos y pelotas, pero lo que hay verdaderamente es una lucha por domar demonios y hacerles frente. Aunque, por supuesto, aquí no sale bien parado ni el apuntador. Guadagnino juega bien, y hace las trampas con clase.

Challengers es una película ambigua, que atrapa poco a poco mientras uno se queda prendido de cómo se mueve Zendaya, cómo mira Faist y, claro, cómo sonríe O’Connor. Sus defectos no importan. Lo que es detrás de todo y cómo lo expresa, sí.

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