Pues el otro día volví sobre V for Vendetta, y tuve unas sensaciones muy similares a la última vez que la había visto: que pese a sus fallos, algunos puntos propensos al simplismo y su tendencia al espectáculo, es una película magnífica desde muchos puntos de vista.
Tiene un poderío visual patente. Unas ideas alrededor de la figura de V que saltan a la vista constantemente: desde la presentación de personaje hasta en los momentos más introspectivos consigue una penetración psicológica poderosa en quién es. Y eso que no le vemos la cara. Una cara, al final, que es la de Guy Fawkes, y que Hugo Weaving logra dotar de vida propia gracias al uso de su voz. Con una dicción, una entonación teatral y un sentido del ritmo que suplen todo atisbo de impersonalidad en el personaje.
La Evey de Natalie Portman cumple con creces. No brilla a niveles estratosféricos, pero desde luego consigue dotar de humanidad y trasfondo a su personaje. Para el recuerdo, cómo no, la larga secuencia en la que está retenida con mención especial a la escena del corte de pelo.
James McTeigue sobre el guion de las Wachowski da buenos golpes. A veces se mete de lleno en cierto nivel de espectacularidad hollywoodiense innecesario, pero tampoco es que resulte incómodo. Es una película fácil de ver, pero que curiosamente deja un buen poso detrás. Por otro lado, es sabido que Moore se negó a que apareciera su nombre en los créditos y que rechaza cualquier afiliación con la película. Pero no voy a entrar a valorar las diferencias con respecto al cómic porque esa sería otra conversación diferente.
El comentario sobre los absolutismos y el control social es, aunque simplista, lo suficientemente afilado como para que no caiga en saco roto. Es una película muy tendente hacia la acción con todo lo que ello implica a nivel de estructura, pero juega bien sus cartas.
V for Vendetta quizá nunca fue una obra maestra, pero sí un filme con momentos hermosos, con ideas de dirección potentes, un reparto que le pone corazón al tema con especial mención a Hugo Weaving, y una estética fantástica. Habrá que seguir recordando el cinco de noviembre.